Un día en Oronetes

En Oronetes, cada jornada transcurre desde la calma y la flexibilidad. Existe una planificación y estructura del día, que se adapta a las necesidades del grupo. Lo que puede suceder en cada jornada está determinado en gran medida por el desarrollo vital y estado emocional individual de cada niño.  Mi intención es crear un ambiente predecible y seguro donde el juego, el vínculo y la exploración libre en la naturaleza sean protagonistas.

Abrimos nuestras puertas a partir de las 8:30. Recibo a cada niño de forma individual, atendiendo su llegada con presencia y cariño. Algunos comienzan a jugar de inmediato; otros prefieren observar o permanecer cerca de mí hasta sentirse listos para el movimiento.

Cuando el grupo ya está reunido, iniciamos un pequeño ritual: recogemos juntos los materiales, nos reunimos en círculo y hacemos sonar el gong. Este momento de pausa nos conecta y equilibra emocionalmente antes de compartir el desayuno en un ambiente sereno.

Dedicamos la mañana al juego libre en el exterior: el jardín es un espacio natural preparado con materiales no estructurados —arena, agua, piedras, hojas, viento, etc. — que estimulan los sentidos y la imaginación.

Algunas mañanas salimos de paseo. Tenemos varias rutas conocidas y familiares. Unos días visitamos el huerto, observamos cómo han crecido las hortalizas, recolectamos las que están maduras y saludamos a las gallinas, a las que damos de comer y de las que recogemos los huevos. Otros días vamos a la casa de mis padres, paseamos por su jardín, conocemos a sus tortugas y saludamos a sus dos perritas. En ocasiones, caminamos hasta el bosque infantil Aire Puro, donde recorremos sus senderos y hacemos un picnic bajo los pinos. El contacto diario con la naturaleza es esencial en nuestra rutina.

También hay mañanas que, de forma ritualizada, dedicamos a actividades que requieren más concentración y el desarrollo de habilidades manuales: amasamos pan y lo horneamos en nuestro horno de leña, pintamos con pinceles o moldeamos con arcilla o barro.

Volvemos a casa, nos lavamos con calma y nos preparamos para comer. El ambiente es de nuevo tranquilo y familiar. La comida está lista para calentar y compartir sin prisas.

Tras la comida, llega el tiempo de descanso. Cada niño duerme o se relaja según su necesidad. El ambiente es recogido, acogedor y silencioso, propicio para el descanso y la recuperación de la actividad de la mañana.

Al despertar, compartimos una merienda ligera de fruta. Después, acompaño de forma individual a cada niño para el reencuentro con su familia, favoreciendo una transición serena y amorosa.

Los niños pequeños viven intensamente en el presente. Por eso, es el adulto quien estructura el tiempo y el espacio para ofrecerles seguridad y confianza. En Oronetes, los hábitos y ritmos regulares son una base sólida que favorece el juego libre, la autonomía y la tranquilidad emocional.

Ofrezco tiempos largos para el juego ininterrumpido, transiciones suaves hacia los momentos de cuidado personal, comidas y descanso, y rutinas claras que ayudan a los niños a orientarse en el día y encontrar un equilibrio entre actividad y regeneración . Esta previsibilidad les permite anticipar lo que viene, sentirse seguros y vivir con plenitud desde el momento presente hasta el reencuentro con su familia.