Visión
En Oronetes, mi compromiso se centra en un acompañamiento consciente de cada niño y su familia. Desde una mirada respetuosa, profunda y atenta a la individualidad, busco apoyar el desarrollo autónomo de cada niño. Mi propósito es crear un espacio donde niños y niñas puedan sentirse seguros, valorados y libres de ser ellos mismos.
Valores fundamentales
- Respeto profundo por los ritmos y necesidades individuales de cada niño.
- Acompañamiento consciente, afectivo y presente.
- Empatía y comprensión como pilares de toda interacción.
Enfoque pedagógico
Trabajo desde la perspectiva de la neuropedagogía que sitúa el vínculo seguro, la co-regulación y la seguridad emocional como pilares fundamentales para el desarrollo y el aprendizaje infantil.
Concibo a cada niño como un ser completo, con una tendencia natural hacia la autodeterminación, que merece ser acompañado en su exploración, no dirigido en su camino.
Relación con las familias
Par mí es importante construir una conexión auténtica con cada familia, reconociéndolos como los expertos en sus propios hijos y a través de una mirada atenta a la historia y las necesidades únicas de cada hogar.
Con el bienestar del niño como eje central de todo, fundamento nuestra colaboración en la transparencia, el respeto mutuo y la escucha activa. Promuevo y mantengo una comunicación fluida y constante, valorando siempre su perspectiva como motor de mejora continua.

Metodología
Mi labor como madre de día está basada en los principios de la neuropedagogía, que reconoce que aunque el cerebro del niño está estructuralmente completo al nacer, su maduración y posterior funcionamiento están fuertemente influenciados por las experiencias que vive en sus primeros años. El niño posee el impulso innato y el potencial necesarios para desarrollarse. Mi tarea por tanto no es la de “enseñar” al niño lo que tiene que hacer, sino la de acompañar de forma respetuosa y consciente sus propios procesos de desarrollo, ofreciendo un entorno preparado que nutra sus necesidades auténticas.
Los pilares fundamentales de mi metodología
Apego seguro
El vínculo emocional con un adulto presente y sensible es la base del desarrollo saludable. A través de la presencia afectiva y la atención individualizada, construyo relaciones de confianza que permiten al niño explorar con seguridad.
Ambiente preparado
El entorno está diseñado cuidadosamente para invitar al juego libre, el movimiento autónomo y la exploración. Los materiales son accesibles y adecuados a cada etapa de desarrollo, favoreciendo la autonomía y la iniciativa del niño.
Movimiento y juego libre
El niño tiene libertad para moverse, elegir con qué y con quién quiere interactuar. Esto promueve no solo la motricidad, sino también la toma de decisiones, la autonomía y la autorregulación.
Estructura, límites y seguridad emocional
Organizo el tiempo y las rutinas del día con claridad y coherencia para las necesidades infantilies. Las repeticiones de los ritmos diarios y los límites aplicados desde el entendimiento del ser del niño, ofrecen un marco previsible, fundamental para que el niño se sienta seguro y orientado.
Rol del adulto: percepción y actitud no intervencionista
Mi papel es el de una acompañante atenta, que percibe sin intervenir de forma innecesaria, valorando la actividad espontánea del niño. Practico la autorreflexión constante para responder de manera consciente a las necesidades reales de cada niño.
Naturaleza como entorno de aprendizaje
La naturaleza es un entorno vivo, cambiante y no estructurado que estimula el asombro, la creatividad y el vínculo con el mundo. Es el espacio óptimo para el desarrollo sensorial, motor, emocional y social de los niños dónde encuentran estímulos reales, libertad de acción y una conexión profunda con el mundo que los rodea. Por eso, cada día dedicamos tiempo al juego en el jardín o entornos naturales cercanos.
Cooperación con las familias
Las familias son una parte esencial del proceso educativo. Son quienes mejor conocen a sus hijos y su participación activa en este acompañamiento enriquece el bienestar del niño. Fomento un vínculo cercano, auténtico y respetuoso con cada familia, basado en el intercambio, la escucha mutua y una comunicación fluida y sincera. Juntos formamos una red que sostiene y potencia el desarrollo del niño

La base del vínculo: el período de adaptación
La separación diaria entre madres, padres e hijos/as es un momento importante y delicado. Por eso, dedico una atención especial al proceso de adaptación y vinculación, asegurando que tanto el niño como la familia se sientan comprendidos, acompañados y respetados desde el primer día.
¿Por qué es tan importante la adaptación?
Los niños pequeños necesitan sentirse seguros, vistos y consolados para poder explorar, jugar y desarrollarse con confianza. La creación de un vínculo mutuo de confianza es esencial para que puedan vivir esta nueva experiencia desde la tranquilidad y la seguridad emocional.
Un proceso individualizado y acompañado
Cada niño y cada familia son únicos, y su ritmo de adaptación también lo es. Por eso, planificamos un proceso individualizado, en el que la familia participa activamente. Esta etapa inicial no se mide en días fijos, sino en la calidad del vínculo que vamos construyendo poco a poco.
¿Cuánto dura el período de adaptación?
Por experiencia, recomiendo planificar al menos tres semanas para esta fase. Este tiempo lo dedicamos a conocernos y permite al niño familiarizarse progresivamente con el nuevo entorno, las rutinas y conmigo como figura de apego secundaria. El período de adaptación puede finalizar cuando la madre o el padre que está acompañando al niño en este proceso se siente tranquilo y confiado para poder darlo por concluido. En ese momento yo necesito valorar si mi trabajo de apego realizado con el niño está consolidado. Es decir, si en ausencia de la figura de apego primario, soy capaz de consolarlo y coregularlo emocionalmente ante estados de crisis. Esa es la base para dar por finalizado el periodo de adaptación.
Un espacio afectuoso y seguro
Mi objetivo es convertirme en una presencia estable, sensible y receptiva, que acompañe al niño con respeto y cariño. Observo con atención sus señales, mantengo una comunicación constante con la familia y aplico estrategias pedagógicas basadas en la seguridad emocional.

